Un guerrero samurái intenta aquietar su mente, pero es perturbado por un inoportuno pensamiento (simbolizado por una mosca), el cual al ser atacado se multiplica y se convierte en un molesto enjambre. El guerrero consigue superar sus pensamientos (el enjambre de moscas) cuando decide dejar de atacarlos y se dedica a observarlos como quien observa una pintura o un paisaje: esto es, dejar de juzgar, aferrarse o rechazar los propios pensamientos, simplemente hay que dejarlos pasar.
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